2do Premio del Concurso de Ensayos sobre “Himno”. Ensayo por Rebecca Winkelstein

LA SOCIEDAD DEL “NOSOTROS”

Himno, una novela distópica escrita por la filósofa y novelista Ayn Rand en 1938, nos cuenta la historia de Igualdad 7-2521, un joven de 21 años sumamente inteligente que, a través de su diario escrito a la luz de una vela en las profundidades de un túnel, narra su vida en una sociedad totalitaria donde la palabra “YO” está prohibida. Esta novela tiene como objetivo redescubrir el significado de la individualidad y lo logra presentando, a través de la experiencia personal del protagonista, a una sociedad completamente colectivista y a aquellos principios éticos o morales que la rigen.

En primer lugar, es necesario tener en cuenta a que nos referimos cuando hablamos de principios éticos o morales. En este sentido, conforme menciona la misma Ayn Rand en su libro de no ficción “La Virtud del Egoísmo” (1964), la Ética es un “código de valores que guían las decisiones y acciones de los hombres, aquellas que determinarán el propósito y el curso de su vida” (Rand, 1964, p.13). De esta manera, las personas racionales formarán dicho código sobre la base de aquellas condiciones necesarias para “lograr, mantener, cumplir y disfrutar” (Rand, 1964, p.25) de su propia vida, que es su máximo valor. Sin embargo, quienes por distintas razones deciden evadir la realidad y suprimir el uso de su razón, formaran este código de marea arbitraria, logrando en última instancia la autodestrucción. Este último fenómeno es el que representa a la sociedad en la cual se sitúa la novela.

“No hay una transgresión más vil que obrar o pensar solos” (Rand, 2020, p.21), recita Igualdad en uno de los primeros párrafos de la obra, dándonos un primer vistazo de aquello que, según le habían enseñado, era malo. Así, a partir de este ejemplo y de muchos otros que aparecen a medida que la historia avanza, podemos deducir que para esta sociedad todo lo “malo” recaía en la expresión o representación de la individualidad, mientras que todo lo “bueno” estaba reflejado en el colectivo. Por ejemplo, nadie tenía permitido tomar decisiones sobre su propia vida, como lo es elegir un trabajo, un lugar donde vivir, una pareja o un círculo de amistades; dado que se consideraba que solo “el grupo” podía tomar decisiones correctas. Por este motivo, algunas cosas eran decididas e impuestas a través de un consejo que actuara de manera colectiva, ese era el caso del trabajo, la vivienda o la vestimenta; mientras que otras cosas estaban simplemente prohibidas, como en el caso de las amistades o la familia.

En la novela, esta situación se justificaba con la existencia de una verdad mística, interiorizada por la mayoría de las personas, la cual decía que “todos los hombres son uno y no existe más voluntad que la de todos los hombres unidos” (Rand, 2020, p.23). Esta idea era la representación del colectivismo llevado al extremo de sus consecuencias. Asimismo, se nos muestra la relación que existe entre la legalidad y la moralidad, puesto que, en este caso, la expresión de cualquier tipo de individualidad no era únicamente considerada malvada e inmoral, sino que también era ilegal. Llevar a cabo cualquier tipo de acción independiente podía acarrear el repudio social o alguna sanción, como la prisión o incluso la muerte. En este sentido, no solo se juzgaba aquellas acciones abiertas a elección, sino que también se condenaban aquellos aspectos no escogidos, lo cuales suelen ser dados desde el nacimiento y te diferencian de los demás. Un ejemplo de esto surge cuando se relata la infancia de Igualdad, pues este era fuertemente recriminado por sus maestros: “Hay maldad en vuestros huesos, Igualdad 7-2521, porque vuestro cuerpo ha crecido más que el de vuestros hermanos”. (Rand, 2020, p.22)

Así, la persecución de estos principios despojados de toda razón o procedimiento lógico y justificados, por aquellos que los defienden, en la revelación mística de “una gran verdad”, una que asegura que todos los hombres son iguales; solo puede conllevar a la infelicidad. Ayn Rand especifica que la felicidad es “un estado de conciencia que procede del logro de los propios valores” (Rand, 1964, p.28). En este marco, la felicidad solo puede venir desde uno mismo, como nadie puede leer la mente de otra persona, solo tú puedes saber que es aquello que valoras, y solo tú puedes tomar las acciones necesarias para alcanzarlo. Sin embargo, como vemos en la novela, ni a Igualdad, ni a ninguna otra persona, se le permite valorar, y mucho menos alcanzar aquello que valoran. En consecuencia, no se les permite alcanzar la felicidad.

Por ejemplo, en el caso de Igualdad, lo que él más quería en la vida era ser científico, pero se le obligó a ser barrendero. Asimismo, a lo largo de la historia, podemos observar diversos momentos donde se muestra la infelicidad con la que vivían todas las personas en esa sociedad. Se narra que los hombres viven hasta los 45 años como máximo, edad en la que “no hablan mucho, porque están cansados. […] saben que van a morir pronto” (Rand, 2020, p.29). Esto evidencia un completo desgaste emocional que se refleja en el estado físico de la persona. Un desgaste emocional causado por la ansiedad y el miedo que genera el no tener control sobre tu propia vida.

De esta manera, como también menciona Rand, el mantenimiento de la propia vida y la búsqueda de felicidad no son dos fenómenos separados. La actividad de perseguir objetivos racionales es, al mismo tiempo, la actividad de mantener la vida de uno; siendo el estado emocional de felicidad su resultado psicológico (Rand, 1964, p.29). Es con base en esto que debemos pensar la moralidad, cuyo objetivo es enseñar a vivir y disfrutar, no a sufrir.

En este aspecto, la moralidad no puede suponer, como comúnmente se hace, una serie de reglas arbitrarias administradas por una conciencia superior a la propia ya sea Dios o la sociedad. Debe suponer una serie de códigos dirigidos un fin, a ese fin mayor que es la vida de cada uno. El cual solo puede ser descubierto por la mente individual de un hombre que observa la realidad que lo rodea.

En conclusión, vemos como la sociedad expuesta en Himno, es una sociedad que xalta el “nosotros”, el colectivo, y que busca destruir al individuo. Sin embargo, como este “nosotros”, diferente al conjunto de personas independientes, no existe, lo que se logra es destruir al espíritu humano en sí mismo, volviendo a los hombres entes sin propósito que se dedican a subsistir, pero que no saben vivir. Esto es lo que sucede cuando las personas deciden no razonar, pues la razón es una cuestión de elección, cuyas dos únicas alternativas son: ser un ser racional y vivir, o, en palabras de Rand, ser un animal suicida.

REFERENCIAS
Rand, A. (2020). Himno. España: Deusto.
Rand, A. (1964). The Virtue of Selfishness: Fiftieth Anniversary Edition. New York:
Signet.

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